¿Qué frase te dijiste antes de ir de vacaciones?


Seamos realistas, en un viaje no se come como en casa. Cambian los cocineros, los escenarios, las rutinas, los horarios y las pretensiones.

comer sano en vacaciones

¿Qué frase te dijiste antes de ir de vacaciones?


Seamos realistas, en un viaje no se come como en casa. Cambian los cocineros, los escenarios, las rutinas, los horarios y las pretensiones. Pero, ¿Qué frase te dijiste antes de irte para convertir tus vacaciones en un despropósito nutricional?, ¿a quién elegiste como cómplice? A veces ocurre que antes de salir de viaje ya hemos decidido poner el cartel de “cerrado por vacaciones” a la vida sana.

Ya nos hemos auto convencido de que no podremos comer sano y nos hemos “perdonado” por ello. Pero ¿Por qué lo hacemos? En realidad comer sano nos gusta, nos hace sentir bien y nos aporta más energía para afrontar los momentos de ocio. El problema de base suele estar en el exceso de exigencia.

Hay muchos tipos de viaje, las vacaciones en el apartamento de la playa, la visita a un país lejano, la semana en casa de tus padres, las fiestas del pueblo, la escapada a un hotel, el viaje de mochilero, etc. Seguramente en todos comamos de manera distinta a lo cotidiano, seguramente haya que adaptarse a las personas que nos acompañan, pero ¿Por qué no buscar el equilibrio? Dejemos de pensar en el “todo o nada”, esto no funcionará en estos momentos.

Piensa simplemente en adaptarte a las situaciones y compensar los excesos y dile a “tu vida sana” que te acompañe en el viaje sin grandes pretensiones, simplemente como cómplice de tu bienestar y disfrute. EVITA LA JUSTIFICACIÓN CONSTANTE. Si lo como es porque quiero y mi apetece, no hay más. No tengo que justificarme. Simplemente disfruta y no le des más vueltas. Y ten claro que también vas a disfrutar si la bola de helado es un poco más pequeña.

¿TENTACIONES O POSIBILIDADES? El buffet del desayuno o la carta del restaurante tienen muchas opciones. Pero ya les pusiste la etiqueta de “tentaciones”. La tentación lleva implícito el deseo y además es inconveniente, «prohibido». Total que nos apetecerá por partida doble. Míralas como opciones simplemente. Sabes que desayunar una tostada con tomate y jamón te sentará mejor que la bollería. Pero si un día te apetece un bollito, simplemente pruébalo y luego vuelve al desayuno que te hace sentir con verdadera energía y no te la roba. Y si la tostada no es tan sana como la de casa porque no tienen ese pan de masa madre de centeno, ¿tienes que pasar al bollo? Busca la opción que más se parezca a lo que te sienta bien y estate muy satisfecho por ello. Ya partimos de la base de que la comida de casa siempre va a ser más sana.

«MIS CÓMPLICES me impiden comer bien». Tus compañeros de viaje no se han levantado pensando en lo que tú comerás. Ellos toman sus decisiones, toma tú las tuyas. Seguramente les guste tener un compañero de viaje que tenga ese espíritu sano, esas ganas de cuidarse con una sonrisa y disfrutando de cada raja de sandía que se toma en la playa. ¿Y si voy a casa de los suegros? No rechaces su comida, pero elige tú las raciones y anima siempre a que haya una gran ensalada en el centro de la mesa. SI puedes decidir la cantidad, no es lo mismo probar un par de patatas que acabar con el cuenco. Mi consejo es que no te exijas tanto. Ir de un extremo a otro es un acto de rebeldía ¿rebelarte a qué? ¿A un estilo de vida que has elegido? No seamos tiranos con nosotros mismos y permitámonos el “fallo”, el disfrute de un bocado que nos apetece, pero sin caer en la torpeza de irnos a un extremo que realmente nos perjudica y nos roba la energía. En resumen: Toma decisiones que te beneficien.

Tu bienestar depende de ti. No pongas excusas. Disfruta tus elecciones. Compensa cuando sea necesario: Muévete más y come más verduras. Cuida la cantidad si no puedes cuidar la calidad. Que tu objetivo siempre sea el bienestar y la calidad de vida. Disfrutarás más de las vacaciones. Conviértete tú en el cómplice de los demás para que lleven unas vacaciones sanas.